Júbilo y devoción en Navalvillar de Pela por San Antón
Navalvillar de Pela volvió a vivir anoche su particular momento de catarsis colectiva
La popular fiesta de ‘La Encamisá’ y Navalvillar de Pela hicieron anoche méritos más que sobrados para ganarse la declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional, que persigue este año. Por un lado, y favorecida por su celebración en sábado, la localidad peleña congregó a más visitantes que nunca. Cerca de 1.300 jinetes en sus monturas, dos millares de personas formando la infantería y viviendo la fiesta al ritmo de la charanga y unos 10.000 visitantes, incluido el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, que se repartieron por la población para disfrutar de esta fiesta en donde los caballos, el fuego, la tradición y los continuos vivas al santo fueron los protagonistas. Todo ello regado con el vino de pitarra y endulzado con los ‘biñuelos’, con los que los peleños agasajaron a los visitantes haciendo gala de su gran hospitalidad.
Navalvillar de Pela volvió a vivir anoche su particular momento de catarsis colectiva. Un estallido de júbilo aderezado con la devoción por su patrón, San Antón, y acompañado por el fervor y la fidelidad por la tradición.
Una vez más, el momento más álgido se vivió en una abarrotada plaza de España, poco antes de las ocho de una noche. Fue entonces cuando la primera mayordoma oficial de la Cofradía de San Antón Abad y que cumple su segundo año en el cargo, Maribel Reyes, se asomó al balcón y desde allí ofreció un emocionado pregón, que hizo aflorar algunas lágrimas cuando se acordó de los que ya no están y lo celebran desde el cielo. Un relato que finalizó con los tres vivas al santo que fueron respondidos con estruendo y con muestras de júbilo por los cientos de jinetes que esperaban sobre sus monturas.
A partir de ahí, empezaron a encenderse las 23 hogueras que se repartieron por el recorrido, alimentadas con leña de romero, encina y jara y el júbilo colectivo se apoderó de toda la población con el inicio de la carrera. En este caso, el ritmo de la carrera lo marcó en su cabecera tanto el tambor del Santo, que este año encarnó Alejandro, como la bandera. Luego tocó el momento de disfrutar hasta altas horas de la noche. Unos en sus monturas, adornadas con las típicas mantas ‘guapas’ de madroños multicolores, otros integrando la infantería y el resto contemplando a pie de calle una fiesta tan espectacular.
Fuente:http://www.hoy.es