El elemento más significativo del pasado y presente de Navalvillar de Pela y de sus habitantes los peleños es, tal vez, su carácter colectivo, anónimo, en la historia tradicional de grandes personajes o hechos.
En nuestra localidad, a diferencia de otros pueblos de nuestro entorno incluso más pequeños, no encontramos grandes edificios en piedra, ni públicos como iglesias ni privados como palacios; ningún peleño aparece como gran personaje del pasado que haya sido objeto de biografías o haya protagonizado hechos relevantes de los que se conserve memoria escrita. Por otro lado, es clara la dilatada y amplia historia de la localidad y su término municipal, que transcurre paralela al devenir histórico extremeño y por extensión español: contamos con restos prehistóricos, romanos, medievales, etc.
Si descomponemos el topónimo de nuestra localidad, encontramos las claves para su explicación: «nava» significa «tierra baja, húmeda y pantanosa» (bastará preguntar a alguno de nuestros mayores para que nos cuente que el lugar donde ahora está situada nuestra población estaba hasta un pasado reciente cursado por arroyos y que, por ejemplo, lo que ahora es un parque fue hasta no hace mucho una laguna donde incluso funcionaba un tejar con cuyos productos se han cubierto muchas de las casas actualmente existentes); «villar» significa ‘pueblo pequeño’; «Pela», nombre de nuestra sierra, alude a que, acorde con nuestra tradición ganadera, aquí se concentraban los ganados para el esquileo anual.
En primer lugar deberemos señalar algo obvio: Navalvillar de Pela en su emplazamiento actual y con esta denominación toponímica nace en 1418 cuando un grupo de vecinos pide permiso al Ayuntamiento de Trujillo para deslindar y amojonar el término.
Así está recogido en nuestro escudo, que con otros expertos contribuimos a investigar no hace mucho tiempo: Navalvillar de Pela se crearía partiendo de la «Fuente del Rayo», desde donde se deslindaría como término el espacio que abarcara «un tiro de arco» alrededor. Pero el hecho fundacional de la población en el s. XV no debemos entenderlo como algo absoluto: con anterioridad a esa fecha, estos parajes que abarcan su término municipal tendrían ocupación humana que iría variando con el paso de los tiempos.
Así pues, de la presencia histórica de Navalvillar de Pela en la Edad Contemporánea no tenemos dudas (basta ver la cita inicial de la Gran Enciclopedia Extremeña).
Más allá de eso, sabemos que el municipio creció de forma continuada entre 1900 (3.609 habitantes) y 1960 (6.963 h.), descendió entre esa fecha y 1981 debido a la intensidad de la emigración y ha logrado una ligera recuperación en la primera mitad de la década de los 80 (1986, 5.389 h.)como consecuencia de la paralización del éxodo y el incremento del retorno, situación que se mantiene en la actualidad con una población que ronda los 5.100 habitantes.
Navalvillar de Pela tiene presencia histórica en los hechos que han marcado nuestra historia contemporánea. Rastreando la Historia de Extremadura de Universitas Editorial, encontramos referencias a la Guerra de la Independencia contra los franceses, a las guerras carlistas con las que se inicia el Reinado de Isabel II, etc.
A título de ejemplo indicamos que «a fines de 1835 y comienzos de 1836, desde finales de mayo a los últimos días de julio se repetirán las invasiones de partidas carlistas con objeto de proporcionarse recursos (…)».
Durante el largo período de construcción del Estado Liberal (siglo XIX y primer tercio del XX) Navalvillar de Pela viviría los avatares de su tiempo: se roturarían nuevas tierras y se plantaría la mayor parte de los olivares que hoy nos enorgullecen, la desamortización :permitiría la ampliación de su término con posesiones del Monasterio de Guadalupe («rañas del fraile») y el caciquismo afectaría a la población con menos virulencia que a otras, dado el carácter colectivo de la propiedad y el hecho de ausencia de grandes propietarios autóctonos; así, el Marqués de Gorbea acumularía propiedades eclesiásticas, pero el concejo de Navalvillar de Pela logra conservar una amplia Dehesa Boyal para la posesión de todos los vecinos y su disfrute hasta la actualidad.
Llegamos así a una de las épocas más convulsas de la historia española, la II República (1931-1936). Como no podía ser menos, nuestra localidad se ve afectada por el huracán histórico que democratizará por primera vez nuestros municipios. Como la mayor parte de Extremadura, tendremos alcalde socialista y enfrentamientos sociales como el ocurrido a principios de 1932: «El 1 de enero de 1932, la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra, sindicato campesino afecto a la socialista UGT inició una huelga general en la provincia de Badajoz destinada a protestar contra los excesos de la Guardia Civil, viéndose empañada por una durísima violencia (…).
Además de en otros pueblos, en Navalvillar de Pela un grupo de trabajadores desarma y golpea a tres guardias.» Durante la Guerra Civil (1936-1939), Navalvillar de Pela cobra importancia por ser frontera ya en su inicio cuando Extremadura quedó dividida en dos partes, con Cáceres controlada por los franquistas y Badajoz por los republicanos, estando una de las líneas divisorias del frente en Madrigalejo. Así, desde 1937 formamos parte de la republicana Bolsa de la Serena. En este tiempo llegaron a nuestra localidad numerosos refugiados de toda la comarca.
Por esta fecha asistimos a uno de los acontecimientos más curiosos de nuestra historia: el Ayuntamiento de Navalvillar de Pela emite moneda propia, como recoge en su original investigación nuestro paisano Juan Moreno Aragoneses en Los billetes locales y jurisdiccionales en la Extremadura de 1937 (1992).
El 21 de julio de 1938, desde Madrigalejo bajan las tropas de la 74 División Nacional al mando del teniente coronel Villaba Rubio, que cruza los ríos Gargáligas y Cubilar y Navalvillar de Pela cae en sus manos.
La Guerra Civil y el franquismo posterior abrirán muchas heridas en ambos bandos que hoy ya están felizmente superadas. A título de ejemplo rescatamos un testimonio extraído del libro Extremadura: la Guerra Civil, de Justo Vila Izquierdo: «Valentín Jiménez estuvo preso en el campo de concentración de Castuera y huyó al ser trasladado a Navalvillar donde iba a ser fusilado, se echó al monte, donde con otros perseguidos formaría una partida de guerrilleros que actuaría por la zona».
Más tarde, años cincuenta y sesenta, vendría el Plan Badajoz, que nos traería el regadío y la construcción de nuestros dos poblados: Vegas Altas y Obando.
Como ya hemos indicado, al final de la Edad Media, en 1418, Navalvillar de Pela obtiene su acta de fundación del pueblo, dependiente del Concejo de Trujillo posiblemente hasta la división provincial actual aprobada en 1833.
Aunque es muy posible que en época árabe el núcleo estuviera poblado, las primeras noticias históricas documentadas referentes a este centro corresponden al siglo XIV, tratándose, según las mismas, de un asentamiento fundado por Alfonso XI de Castilla a partir de algunas alquerías de pastores establecidas en ese dominio. En sus inmediaciones se encontraban los caseríos desaparecidos de Villavieja y San Isidro, éste perteneciente al Monasterio de Guadalupe.
Ciertas fuentes mencionan la existencia en el entorno de restos de fortificaciones a las que se atribuye naturaleza templaría, así como de minas excavadas en la sierra.
En el s. XVIII, Tomás López niega, sin embargo, que en ese lugar existiera castillo alguno ni que se conservara memoria de que hubiera existido.
Históricamente, la evolución demográfica fue siempre positiva: así, de 300 vecinos
(1200 habitantes) en el siglo XVI se pasó a 400 a finales del siglo XVIII. A mediados del XIX habían subido a 600. De esta época nos quedaría como realización de interés arquitectónico la Ermita de la Caridad (obra originaria del XVII que presenta numerosas remodelaciones de época posterior), la antigua iglesia parroquial de Santa Catalina (derruida en parte, es una obra del XVIII) y la arquitectura popular tradicional representada en numerosas edificaciones de una sola planta y puerta con vano de arco cobijado en calles Pilar, Matalobos, Caridad, Nueva,Mártires, etc.
Peculiar, sin duda, resulta el retrato que sobre la realidad de la localidad en 1561 realiza el Profesor Molinié-Bertrand sobre cuatro pueblos del partido de Trujillo (extraído de Historia de Extremadura): en 1561 la población de Navalvillar de Pela era de 202 vecinos, de ellos ninguno era hidalgo; entre tanto, Madrigalejo contaba con 273 vecinos y 5 hidalgos mientras Herguijuela tenía 229 vecinos y 26 hidalgos; más adelante, en 1591, la situación es de 284 vecinos en Navalvillar de Pela, seguimos sin tener hidalgos; Madrigalejo 353 vecinos y 4 hidalgos; Herguijuela 228 vecinos, 12 hidalgos.
Como podemos ver, sin entrar en otras consideraciones más técnicas, aparece ya clara la ausencia de elementos nobiliarios entre nuestro vecindario.
En cuanto a como era la vida en esta época, diremos que en los pueblos con términos menos amplios la capa alta de la sociedad la ocupaba la figura del ganadero-labrador medio, acomodado, granjeros con buena labor o villanos ricos. En el citado estudio se señala que en esta época Navalvillar de Pela contaba con las siguientes cabezas de ganado: 2.027 lanar, 1.147 cabrío, 614 de cerda, 269 vacuno; en comparación, la situación en Madrigalejo era: 4.960 lanar, 60 cabrío, 737 de cerda, 434 vacuno.
Al servicio de los ganaderos acaudalados o acomodados así como de los concejos estaba una serie de gente modesta: al frente de la cabaña estaba generalmente el mayoral y con él colaboraban en las tareas ganaderas los pastores en sus tres categorías de zagales, gañanes y rabadanes, así como cabreros, vaqueros, porqueros e incluso podadores y vareadores.
Junto a esta actividad ganadera, ya se apunta la tradición agrícola. En 1561 había en nuestro pueblo 93 labradores (46% de la población), 18 jornaleros (9); significativo en relación con el reparto de la propiedad es el escaso numero de jornaleros. Por esas mismas fechas, en Madrigalejo había 84 labradores (31 ) y 37 jornaleros (14). En cuanto a su dedicación, predomina el cultivo de cereales con la ayuda de animales: en Madrigalejo el 56% de los labradores disponían de dos pares de bueyes y el 44 de un solo par, con porcentajes más bajos Navalvillar de Pela
La figura del hortelano solo aparece en Navalvillar de Pela, donde había 3, el 1,5% de los vecinos.
La capa más baja de la sociedad del pueblo la formaban los jornaleros,incluidos trabajadores, mozos a soldada, braceros; la mayoría de ellos, pobres que trataban de aliviar su pobreza bien ejerciendo un oficio artesano, bien ayudándose de alguna bestia para venta, transporte o acarreo bien manteniendo alguna cabra o cerdo para autoabastecerse ellos y sus familias de leche y matanza.
En cuanto a otros oficios, nos encontramos con 1 albañil, 1 zapatero, 1 herrero, 1 sastre, 1 jabonero, 1 taponero, 1 arriero, 1 mesonero, 2 taberneros; en total, el sector servicios ocupa al 5,44% de la población.
Escasa huella dejaron en nuestra localidad los visigodos, cuya presencia se limitó a las ciudades más grandes de nuestro entorno como Mérida y Trujillo.
Mayor es la influencia de los cerca de ochocientos años de presencia árabe a partir del año 713, cuando Muza conquista Mérida, aunque esta poco documentada su presencia por falta de investigaciones precisas.
A ellos debemos, no obstante, la tradición de huertas con sus peculiares elementos (norias, granados, etc.), tal vez (está por investigar) algunas de las palabras que diferencian el habla de Navalvillar de Pela (zarperar, escaramocho …) y nuestra tradición ganadera aportada por los bereberes.
En el siglo XIII Femando III de Castilla y León conquista Trujillo, con protagonismo del obispo y concejo de Plasencia y órdenes militares, por ello ya la división eclesiástica del siglo XIV nos incluye en el Obispado de Plasencia. En cuanto a la división jurisdiccional, sobre nuestra zona no habrá un expreso dominio nobiliario dado que Trujillo estará entre los tres o cuatro grandes concejos de realenqo que constituyen islotes en el conjunto de las tierras dependientes de las órdenes. A partir del reinado de los Reyes Católicos, la división administrativa tiene por base el corregimiento en las principales villas y ciudades: Badajoz, Plasencia, Trujillo y Caceres.
En la Edad Antigua, el término municipal actual de nuestro pueblo pertenecería a los dominios de los vettones, pueblo ibérico prerromano establecido en la zona occidental de la Meseta y cuyo territorio abarcaba desde el Guadiana al Duero.
Los vettones eran vecinos de los lusitanos, a los que apoyaron cuando se sublevaron contra Roma: entre otras cosas nos han legado representaciones en bronce de exvotos animales y otras representaciones humanas a caballo (Malparida, Aliseda y Torrejoncillo). A ellos puede pertenecer también la escultura de la Ermita la Caridad, recientemente encontrada y datada en época ibérica por Antonio Aguilar Saénz y Pascal Guichard.
El poblamiento de nuestras sierras desde tiempos prehistóricos está atestiguado por varios estudios históricos y en especial por la presencia de pinturas rupestres esquemáticas del abrigo del Hoyo Pela. Siguiendo explicaciones aportadas por Aguilar y Guichard, señalamos que, desde el punto de vista arqueológico, el yacimiento de Cogolludo-Lacimurga proporciona toda una serie de aportaciones novedosas, con referencia a la evolución del poblamiento en la zona central de la Península Ibérica, desde los siglos VI-V a. C. con materiales orientalizantes e ibéricos: cerámica y armas ibéricas, monedas íbero-turdetanas… Por otro lado, en la necrópolis descubierta se ha hallado una arracada (especie de collar) de oro que han datado en el siglo IV-111 a. C.
Otros restos estudiados alimentan la polémica acerca de si son prerromanos o de época romana, así hablamos de establecimientos de la II Edad de Hierro, a los que tradicionalmente se ha llamado castros como el situado en Villavieja.
A lo largo de todo el Bronce Final pueden fijarse una serie de relaciones bien de modo directo, bien a través de intermediarios tal como se sugiere a partir de los hallazgos relacionados con el círculo del Bronce Atlántico, sobre todo la joyería; tomando como base el trabajo de M.Almagro Gorbea, pueden señalarse las joyas espirales de Navalvillar de Pela, muy enraizadas en las modas del Bronce Pleno, a la vez que indican unas profundas relaciones con la zona irlandesa.
En el estudio El abrigo con pinturas esquemáticas del Hoyo Pela, de Balbi Behrman, Rodrigo y otros, leemos que en este abrigo puede observarse una evolución desde representaciones más naturalistas hasta esquemas casi absolutos con elementos intermedios.
En cuanto a su datación nos indican:
«No es fácil pensar que el arte que nos ocupa pueda remitirse a épocas neolíticas, ya que carecemos de pruebas fehacientes de la existencia de un Neolítico en la parte occidental de la Península Ibérica.
Admitiendo la hipótesis de una derivación estilística a partir de las últimas manifestaciones levantinas por un lado y de las nuevas corrientes culturales de tipo mediterráneo por otro, la zona que nos ocupa no podría haber llegado a recibir estos elementos pictóricos sino en época muy avanzada, seguramente el Bronce Antiguo, y en esta zona anteriores al Bronce Final».
Seguramente la zona de la Sierra de Pela se encuentra habitada desde hace casi dos millones de años, cuando se produce una expansión acelerada de la especie humana por todos los continentes. Esta primera ocupación del territorio ,estaría ligada a una población poco numerosa reunida en torno a grupos de 20 a 25 personas unidas entre sí por vínculos familiares y obligadas, por su dedicación a la recolección, a la caza y a la pesca, a tener gran movilidad con desplazamientos continuos.
La sierra peleña sería un buen lugar para ellos, que buscaban espacios situados en las proximidades de los cursos de agua. En ella se han descubierto algunos útiles hechos en piedra, lascas y otros instrumentos cortantes o rasantes datados en el Paleolítico Medio.
Escrito realizado por Federico Parralejo Arroyo. Licenciado en Historia.