Por Inés Martín Arroyo y Paqui Fernández

Antiguamente, la Cofradía de San Antón la formaban, igual que ahora la gente del pueblo. Al parecer era bastante numerosa ya que no existía una cuota para los cofrades. La fiesta se organizaba con lo que los vecinos aportaban, generalmente en especie.

De entre los miembros de las familias más pudientes, se elegía a la Directiva de la Cofradía y al Mayordomo.
No existía la “Casa del Santo”, todos los preparativos para la fiesta, sobre todo los biñuelos, se hacían en casa del Mayordomo.

Los vecinos más próximos a los lugares donde se hacían las lumbres se encargaban de acarrear la leña y prender las mismas.
Dada la deficiente iluminación con la que se contaba en la época, la gente sostenía hachas de gamones encendidas, sobre todo las mozas y pugnaban entre ellas por cual lucía más y por cual de las zonas del recorrido era por la que se veía mejor.
Era costumbre que los mozos fuesen a casa de las novias a hacerse el gorro que se hacía con pañuelos de seda multicolores que éstos traían de la mili.

Las mantas que llevaban los caballos eran las que se tejían en casa y que se utilizaban habitualmente.
Parece ser que en cierta ocasión vinieron unos marqueses y llevaban en los caballos mantas con unos madroños muy pequeños. Este detalle fue “copiado” por la mujeres artesanas del pueblo que lo fueron mejorando hasta convertirse en las
fabulosas mantas de madroños que se ven hoy.

La infantería durante La Carrera, tal y como la conocemos hoy día con mucha gente que hace andando el recorrido, es relativamente reciente.
Antiguamente, el recorrido a pie sólo lo hacían el Mayordomo y la Directiva acompañados del cura, el juez y el cabo de la Guardia Civil, con un músico (generalmente del pueblo) que se iban parando en las casas donde se formaban improvisados bailes.
No había remolques, ni tan siquiera carros donde se obsequiara con vino a los participantes. Cada uno llevaba su bota con su vino de pitarra, que se iban pasando unos a otros.
De los biñuelos que se hacían, parte se destinaban para dar a la gente más pobre del pueblo.

La entrada del Santo en la Iglesia, tras la procesión del día de San Antón, se hacía por puja como hasta no hace mucho tiempo, pero antes no se pujaba con dinero sino con trigo y aceite.

Don Sixto, el cura que estuvo en el pueblo al principio de los años 30, recién llegado intentó alterar el desarrollo de La Carrera por considerar que se blasfemaba, los mozos del pueblo le colgaron un gato muerto de la puerta de su casa.
Don Sixto debió recapacitar ya que pidió perdón públicamente por haber querido interferir en la fiesta. Luego fue un sacerdote muy querido y recordado.

Durante los años de la guerra civil, la Cofradía fue disuelta, se prohibieron los actos religiosos de la fiesta y los vivas a San Antón durante La Carrera, pero al final la gente desoyendo la prohibición, irrumpió en vítores como lo había hecho siempre.
En los años anteriores a la guerra civil había varias familias que querían que uno de sus miembros fuera el Mayordomo, al no ponerse de acuerdo nadie de responsabilizarse hacer los biñuelos y cercanas ya las fiestas una señora de clase humilde (Dña. Guadalupe Cortés) dijo que ella los hacía para que no faltasen en La Carrera, en concreto hizo una arroba de aceite. Por este acto y para finalizar con las disputas, el cura la nombró Mayordoma. Hasta ahora ha sido la única mujer que ha ostentado tal cargo.

En el año 40, recién acabada la guerra, no había dinero para hacer los biñuelos y para sustituirlos, se dio por primera vez un puro en la plaza al acabar La Carrera.
Durante los años 1941 y 1942 se hicieron muy pocos biñuelos, pero la Directiva obsequió a todos los participantes con un bollete de pan.

Los estatutos de la Cofradía mas antiguos que se conservan impresos, datan de 1942, año en que se redactaron nuevos sustituyendo a los vigentes antes de la guerra.

En ellos se decía, entre otras cosas, que el Director de la Cofradía era el párroco del pueblo y que estaba por encima del Mayordomo, que la Directiva sólo la podían formar hombres mayores de 25 años y se distinguían dos tipos de socios: los activos, que pagaban una peseta al año y los honoríficos que pagaban cinco.

En 1951, hubo por primera vez mujeres corriendo La Carrera. En concreto tres, dos de Villanueva y Catalina Fernández Masa. Al día siguiente, el alcalde del pueblo las llamó al Ayuntamiento para imponerlas una multa de 25 pts. (a Catalina no se las cobraron).

En 1957, vino el NODO y se hizo un reportaje sobre La Carrera. Así consta en los archivos de la Filmoteca Nacional, pero no se ha podido recuperar ya que la cinta fue destruida como material desechado.
Dicen que los cámaras cogieron tal borrachera, que perdieron una cámara. Una mujer se la encontró y la metió en su casa sin saber que era ese “aparato”.

En 1984 Catalina Cano Masa fue la primera mujer que formó parte de una Directiva de la Cofradía.
En 1986 fue declarada Fiesta de Interés Turístico Regional lo que ha contribuido a que sea conocida
por toda la región y fuera de ella.
En 1989 tras un conflicto surgido con la Iglesia, se acordó la disolución de la Cofradía como asociación religiosa, pasando a ser de carácter laico con unos nuevos estatutos que son los vigentes hoy día.

Cuando el volumen de la fiesta fue aumentando, los preparativos se dejaron de hacer en casa del Mayordomo y se alquilaba una casa, que no siempre estaba en el recorrido de La Carrera, hasta que en 1996 se compró la actual “Casa del Santo”.
La Carrera no se ha suspendido nunca, ni siquiera en 1997, cuando hacia las diez de la noche se desató una impresionante tormenta. Sin duda fue el año en que se estropearon más mantas de madroños, pero la Directiva repartió todos los puros y los biñuelos.
Cuentan que incluso se ha corrido nevando.